Lenguaje

Lenguaje en Cartagena

En todo lenguaje humano existen híbridos lingüísticos que derivan de necesidades de adaptación social, económica y cultural. Dichas bienaventuradas alteraciones se mueven por lo general en las dimensiones coloquiales. Está el portuñol y el espanglish, por ejemplo. Entonces, por qué no podemos tener costeñol en un lugar tan mágico como Cartagena. Pues lo tenemos.

Valga la pena decir, antes de acercarnos a esta fiesta de palabras, que reconocidos lingüistas se han devanado los sesos tratando de delimitar y nombrar esta curiosa realidad emparentada con el dialecto caribe. A palabras costeñas como pa, na, pue, quiubo, sardino, man, llave, pana, vale les han asignado el rótulo académico de metaplasmos, sincopes, anglicismos, modismos, entre otros.

De cualquier forma, la cosa es que el cartagenero literalmente se come las palabras, o las pasa por alto, las fusiona, si se quiere, como buena medida de la economía de su lenguaje o por hacer honor a su irreverente forma de ser agregándole ese sabroso acorde costeño a todo lo que sale de su boca.

La fonética, o la manera como se cantan las palabras, se antoja lo más de particular en esta fantástica ciudad. Por tal razón, en la cháchara de dos parroquianos se puede advertir el seseo (la c, s y z son equivalentes ante algunas vocales), supresión de la letra s entre consonantes, por eso no te extrañes si escuchas cota en vez de costa, el pescado puede ser un pecado, tanto por su pronunciación como por lo pecaminoso y tentador que puede llegar a ser una mojarra frita con patacones; el yeísmo es otro fenómeno bien particular que se aprecia en el lenguaje costeño, así que tampoco alces las cejas si hielo resulta ser yelo y hierba yerba, el caballo es cabayo y la sopa del suculento pescado del mar y las ciénagas no hierve sino que yerbe ¿te la “pillaste”? (como podrá adivinar un buen y atento lector, ante tamaño festival de la palabra corriente, quien escribe este artículo también pierde la señorial formalidad).

Así que el ciudadano de a pie tanto como el turista recurrente tienen ya muy bien aprendida la lección: aquí se habla costeño y “más na” el que espere un dechado de idiomas extranjeros se encontrará con una clara resistencia lingüística, aunque si abordas un taxi y te hablan en francés, portugués o inglés… busca de una vez tu número de lotería porque en honor a la verdad estás de suerte.

Algunas expresiones muy populares mejor que las atrapes a la primera para que no te quedes con cara de poco entendimiento, aquí un puñado de ellas: “nos pillamos” (al rato nos vemos), “cógela suave” (tranquilízate); “siya pri” (sí, amigo, así es amigo), etc. En cualquier caso, puedes esperar a que los encargados de hoteles taxis, restaurantes se dirijan a ti con un español más formal, pero mejor irse aleccionando de una vez en estas lides del lenguaje costeño ¿no te parece?

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